03 enero, 2005

Vagando

Doblegado por las formalidades
a que el trabajo me obliga
y un cigarro que se descompone
en átomos homicidas,
voy de paseo por la ciudad;
recogiendo las huellas
que echamos a las palomas
de la zona colonial.

Sentado bajo un almendro,
desenredo una canción
mientras tú bailas al pulso
que sigue mi corazón.

Concentrado en mi tarea,
por un momento
me distraje por cientos,
millones de aplausos
en señal de homenaje
a la manera
en que nos amamos
en las alturas.

Pero tu amnesia,
es la antítesis mi conciencia.
Yo recuerdo
que nos unía un sentimiento,
mas tú lo exilaste de tu pensamiento.

Y concluyo aquí
al repetir de nuevo,
como frase gastada,
que te quiero,
te quiero,
te quiero.

Miércoles 27/3/02